Después de la tormenta

Me dejaste la casa vacía, pero me quedó sobretodo la abundancia de cielo.

Ayer, a la noche, casi me perfora un gran rayo eléctrico. Su fuerza golpeó con toda su furia sobre mis tejas endebles. La lluvia comenzó a caer sobre mis zapatos y papeles y, en medio de ollas tambaleantes, trapeé y trapeé hasta secar el suelo.


Hoy, por la mañana, una nube de entrecasa, se paseó por mi patio en un camisón blanco muy sugerente. “Rastrillo los restos de niebla de los jardines, que la clara se olvidó de juntar”. Me dijo en un tono, entre sosegado y alegre.


Te repito, me dejaste la casa vacía, pero me quedó sobre todo la abundancia de cielo.

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